O'Neill: Más allá de las patitas de cerdo Imprimir
Escrito por Wilma E. Reverón Collazo / Copresidenta del MINH   
Lunes, 06 de Marzo de 2017 08:27

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La excusa que daba el pronto exalcalde Héctor O’Neill para no haber contestado la petición de explicaciones de su gobernador: estaba cocinando patitas de cerdo. Definitivamente se ha ganado el Cerdito de Oro por la clásica milla. No hay candidato para este premio que se lo pueda disputar.



Su contestación sería graciosa, si no revelara el profundo desprecio que ostenta este supuesto servidor público ante la exigencia de que explique de dónde ha sacado $450,000.00 dólares en efectivo para transar la reclamación de la víctima de este sórdido episodio.

Rememorando la historia de Al Capone, el mafioso no cayó por sus múltiples crímenes que le costaron la vida a cientos de personas, cayó finalmente por evadir el pago de contribuciones. Esto es lo más patético de esta historia. Al final lo que llevará al poderoso alcalde ante la justicia no es la conducta desplegada desde años de utilizar su posición para someter a sus caprichos sexuales a más de una empleada del Municipio de Guaynabo. Al final, es la falta contra el erario lo que lo hará caer. El abuso y atropello contra la dignidad y derechos de la mujer a trabajar en un ambiente libre de hostigamiento sexual queda relegado a un segundo plano.

O’Neill es referente y modelaje para generaciones de varones en Puerto Rico, han aprendido que el poder da acceso no solo a dinero ajeno, sino a la posibilidad de imponer sus deseos libidinosos sobre mujeres que tal vez deslumbradas por la atención de un poderoso, tal vez temerosas de las consecuencias de no someterse, por necesidad económica, ignorancia de sus derechos, o por todas las anteriores, aguantan calladas el ultraje de su cuerpo y su dignidad.

Por eso cuando una se atreve a romper el silencio, abre una ventana que le da respiración a las que han ahogado su suplicio y seguramente su asco por lo que han tenido que enfrentar.

A las que callan. que sepan que no están solas. A las que se atreven a denunciar, gracias por abrir la ventana para las demás.

(Tomado de El Nuevo Día)