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A cien años de la Revolución Rusa PDF Imprimir Correo
Escrito por Julio A. Muriente Pérez / MINH   
Martes, 07 de Noviembre de 2017 03:48

rusia-rev1917

Hoy, 7 de noviembre, se conmemoran cien años del triunfo de la Revolución Rusa. A aquel trascendental suceso histórico se le conoce también como la Revolución de Octubre. En efecto, los Bolcheviques tomaron el poder el 25 de octubre de 1917, desplazando a los reformistas que habían derrocado al zar Alejandro II en febrero de ese mismo año. En la Rusia zarista aplicaba un calendario distinto (Juliano) al que se usaba en el resto del mundo (Gregoriano), entre los que había una diferencia de trece días. Al tomar el poder, el gobierno revolucionario decidió ajustarse al calendario mundial en febrero de 1918, y de esa forma le añadió esos trece días al almanaque. El 25 de octubre se convirtió en el 7 de noviembre.



Más allá de cualquier consideración, el triunfo de la Revolución Rusa ha sido uno de los acontecimientos más importantes del siglo veinte y uno de los hechos más impactantes en la historia de la humanidad. De la misma manera Vladimir Ilich Lenin, principal dirigente e ideólogo de ese proceso político y social, es recordado como uno de las más extraordinarias figuras de nuestra época.

¿Qué fue lo revolucionario de la Revolución Rusa? Decir que supuso la creación del primer Estado socialista de la historia podría ser una respuesta aceptable. Pero significa mucho más. A las alturas de 1917, Rusia era de uno de los países más atrasados de Eurasia, en tiempos del desarrollo del capitalismo industrial. Asimismo, imperaba desde hacía siglos una asfixiante dictadura hereditaria encabezada por los zares y prevalecía una extraordinaria pobreza y desigualdad económica y social.

Pocos hubieran imaginado que ese mismo país atrasado sería el escenario de una revolución de estremecería los cimientos de su sociedad y del planeta entero. Muchos menos pensado que ese país, entonces transformado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se convertiría en una poderosísima potencia mundial. Un Estado multinacional en cuyo seno se generaron múltiples contradicciones y conflictos y que a la vez ofrendó más de veinticinco millones de sus hijos e hijas para acabar con el nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial.

Aquella revolución que impactó tan dramáticamente a toda la humanidad, fue degenerando progresivamente, hasta el extremo de la disolución de la URSS y la desaparición del campo socialista del este de Europa, hace casi tres décadas. Ello supuso un duro golpe para los pueblos que luchan contra la opresión del capitalismo, el neocolonialismo y el colonialismo en muchas partes del mundo.

Mientras tanto algunos, alborozados, celebraban la debacle de la URSS y el campo socialista este-europeo y lo denominaban como el fin de la historia. Insistían en que ello significaba el fracaso definitivo de la ideología socialista, no de la experiencia particular de esos pueblos.

No ha pasado mucho tiempo en que las ideas del socialismo han recuperado su fuerza y prestigio, particularmente en América Latina y el Caribe. En estas tierras hablamos y reivindicamos el socialismo del siglo veintiuno, conscientes y críticos de las desviaciones y errores del llamado socialismo real, pero convencidos de la extraordinaria vigencia de las ideas que proclaman la justa distribución de las riquezas, el fin de la explotación económica de unos pocos contra las mayorías, la justicia social e igualdad plena entre los seres humanos, que son criaturas indeseables del capitalismo y el imperialismo.

Hoy, al recordar el centenario de la Revolución Rusa--en medio de la unipolaridad neoliberal que es la gran dictadura planetaria de nuestros tiempos--reconocemos la pertinencia de los principios que le dieron vida y la necesidad de reivindicar los aciertos de esa gran experiencia política y social, así como de superar y trascender sus fallas y desaciertos. (endi.com)

 

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